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Viernes, 16 de julio de 2010
Laidi Fernández de Juan, mujer, madre, médico y artista
Por Luis Rafael
Adelaida (Laidi) Fernández de Juan (La Habana, 1961) nació predestinada para escritora. Hija del poeta Roberto Fernández Retamar y de la ensayista Adelaida de Juan, creció rodeada de libros en una casa frecuentada por escritores. Sin embargo, quizás por ese espíritu contradictor que anima a los hijos, se decidió por la medicina. Pero el destino se agazapaba en un recodo y la Dra. Adelaida fue enviada en 1988 a trabajar dos años a Zambia, donde la añoranza de su tierra y el impacto de la realidad que le sale al paso engendran Dolly y otros cuentos africanos (Premio Pinos Nuevos, 1994), libro que marca su debut como narradora y que fue cariñosa y magistralmente prologado por Eliseo Diego para Ediciones Vigía e introducido por Keith Ellis en su edición inglesa, realizada en Canadá.
Con el precedente del médico-escritor Miguel de Carrión (1875-1929), uno de los novelistas cubanos más importantes de la primera mitad del siglo xx, la Dra. Adelaida optó por firmar Laidi (como la llamaba su hermana para distinguirla de la madre) y se puso a trabajar en serio en su obra artística, pero sin abandonar su vocación médica y demás ocupaciones. En una entrevista, declaró: «Soy una aguerridísima madre de dos varones, soy una hija dulcísima con mis padres, soy una doctora muy consagrada con sus pacientes, y soy una loquísima escritora, momento que, debo declarar, es donde mejor me siento». Las recompensas por tanto sacrificio y esfuerzo no le han faltado, tiene lectores, ha ganado premios y publicado varios cuadernos de cuentos y una novela. Su segundo libro, Oh vida, recibió el Premio de Cuento de la UNEAC Luis Felipe Rodríguez en 1998, y fue publicado por Ediciones Unión en 1999 y en Uruguay en 2000. Por el relato Clemencia bajo el sol, le otorgan el Premio Cecilia Valdés y enseguida es llevado al teatro en Cuba y en Italia. En 2004 ganó el Premio Alejo Carpentier por La hija de Darío (2005), y obtuvo mención especial en el Concurso Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar con El beso. En 2007 edita Bésame mucho, en Uruguay; y, en 2008, la editorial cubana Unión saca el volumen de cuentos La vida tomada de María E. Ya en 2006 se había atrevido con su primera novela: Nadie es profeta.
En su obra, Laidi se enfrenta a prejuicios como el machismo y la discriminación, que denuncia, por eso la violencia de género y los conflictos femeninos están en la base de sus preocupaciones. Ha declarado: «Me interesa particularmente tratar la violencia contra la mujer, su discriminación, porque considero que todavía hoy seguimos siendo víctimas. Sucede que es una violencia de una sutileza que a veces no percibimos». Mucho debe su fluida y amena prosa al humor y al absurdo, que utiliza para perfilar psicológicamente a sus personajes y las situaciones en que se debaten. Considera el humor «un arma muy eficaz» para decir cosas y llegar a lectores de diferente estrato. Afirma creer «en la función social del escritor», que con sus cuentos puede influir en la gente y hacerles pensar. Sus narraciones reflejan las batallas cotidianas de la mujer en Cuba, retratan la realidad en sus matices y contradicciones, al tiempo que traslucen la cubanía de la autora en su lenguaje y en el tono irreverente con que aborda las más disímiles situaciones. Y es que Laidi Fernández de Juan relativiza los conflictos desde el humor, con la sabiduría propia de su condición híbrida de mujer, madre, médico y artista.
Centro Virtual Cervantes © Instituto Cervantes, 1997-2010. Reservados todos los derechos. cvc@cervantes.es
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Viernes, 16 de julio de 2010
Laidi Fernández de Juan, mujer, madre, médico y artista
Por Luis Rafael
Adelaida (Laidi) Fernández de Juan (La Habana, 1961) nació predestinada para escritora. Hija del poeta Roberto Fernández Retamar y de la ensayista Adelaida de Juan, creció rodeada de libros en una casa frecuentada por escritores. Sin embargo, quizás por ese espíritu contradictor que anima a los hijos, se decidió por la medicina. Pero el destino se agazapaba en un recodo y la Dra. Adelaida fue enviada en 1988 a trabajar dos años a Zambia, donde la añoranza de su tierra y el impacto de la realidad que le sale al paso engendran Dolly y otros cuentos africanos (Premio Pinos Nuevos, 1994), libro que marca su debut como narradora y que fue cariñosa y magistralmente prologado por Eliseo Diego para Ediciones Vigía e introducido por Keith Ellis en su edición inglesa, realizada en Canadá.
Con el precedente del médico-escritor Miguel de Carrión (1875-1929), uno de los novelistas cubanos más importantes de la primera mitad del siglo xx, la Dra. Adelaida optó por firmar Laidi (como la llamaba su hermana para distinguirla de la madre) y se puso a trabajar en serio en su obra artística, pero sin abandonar su vocación médica y demás ocupaciones. En una entrevista, declaró: «Soy una aguerridísima madre de dos varones, soy una hija dulcísima con mis padres, soy una doctora muy consagrada con sus pacientes, y soy una loquísima escritora, momento que, debo declarar, es donde mejor me siento». Las recompensas por tanto sacrificio y esfuerzo no le han faltado, tiene lectores, ha ganado premios y publicado varios cuadernos de cuentos y una novela. Su segundo libro, Oh vida, recibió el Premio de Cuento de la UNEAC Luis Felipe Rodríguez en 1998, y fue publicado por Ediciones Unión en 1999 y en Uruguay en 2000. Por el relato Clemencia bajo el sol, le otorgan el Premio Cecilia Valdés y enseguida es llevado al teatro en Cuba y en Italia. En 2004 ganó el Premio Alejo Carpentier por La hija de Darío (2005), y obtuvo mención especial en el Concurso Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar con El beso. En 2007 edita Bésame mucho, en Uruguay; y, en 2008, la editorial cubana Unión saca el volumen de cuentos La vida tomada de María E. Ya en 2006 se había atrevido con su primera novela: Nadie es profeta.
En su obra, Laidi se enfrenta a prejuicios como el machismo y la discriminación, que denuncia, por eso la violencia de género y los conflictos femeninos están en la base de sus preocupaciones. Ha declarado: «Me interesa particularmente tratar la violencia contra la mujer, su discriminación, porque considero que todavía hoy seguimos siendo víctimas. Sucede que es una violencia de una sutileza que a veces no percibimos». Mucho debe su fluida y amena prosa al humor y al absurdo, que utiliza para perfilar psicológicamente a sus personajes y las situaciones en que se debaten. Considera el humor «un arma muy eficaz» para decir cosas y llegar a lectores de diferente estrato. Afirma creer «en la función social del escritor», que con sus cuentos puede influir en la gente y hacerles pensar. Sus narraciones reflejan las batallas cotidianas de la mujer en Cuba, retratan la realidad en sus matices y contradicciones, al tiempo que traslucen la cubanía de la autora en su lenguaje y en el tono irreverente con que aborda las más disímiles situaciones. Y es que Laidi Fernández de Juan relativiza los conflictos desde el humor, con la sabiduría propia de su condición híbrida de mujer, madre, médico y artista.
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