miércoles, 1 de diciembre de 2010

Rinconete sobre Eduardo del Llano

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Lunes, 29 de marzo de 2010


El humor cubano de Eduardo del Llano
Por Luis Rafael

Fundó el popular grupo humorístico Nos y Otros durante sus años de estudio en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, en la década de los ochenta. Eduardo del Llano (Moscú, 1962), aunque nacido en Rusia se educó en Cuba, a cuya cultura aporta su mirada irónica y mordaz, su humor, que ayuda a la catarsis y a la reflexión sobre los problemas más encendidos de la sociedad.

Cursaba la licenciatura en Historia del Arte cuando decidió desandar los caminos de la comicidad en la interpretación de la realidad surreal, a veces marcada por el absurdo, de la Isla. Nació entonces Nos y Otros y un boletín que dibujaban a lápiz, antecedente de sus colaboraciones con publicaciones humorísticas nacionales como el semanario Dedeté. Pero las viñetas satíricas y los chistes fueron solo el inicio. Más adelante estuvo entre los gestores del Festival Humorístico Aquelarre y ganó sus premios en diversas ocasiones; escribió guiones de cine, obras teatrales, poemas, cuentos y novelas, cargando la mano en los elementos cómicos de la realidad cubana. Denuncia incongruencias del sistema político de la Isla y se enfrenta a los estereotipos, critica actuaciones y decisiones de la burocracia administrativa, ganándose admiradores y reprimendas de la oficialidad. En particular, su personaje álter ego Nicanor O´Donnell, que protagoniza varias de sus narraciones, desata huracanes de pasión, y no precisamente amorosa.

Basado en uno de los cuentos de Nicanor y aprovechando las nuevas tecnologías digitales, Del Llano produce de forma independiente el cortometraje Monte Rouge, que es interpretado como una sátira de la Seguridad del Estado y enseguida recibe el premio de la censura, como antes la película Alicia en el pueblo de las Maravillas (1991), de la que fue coguionista junto al director Daniel Díaz Torres. Pero Del Llano no cede a las presiones y continúa su labor creativa, tratando de jamás autocensurarse «de antemano», porque piensa que como artista no debe sentirse limitado por la censura, aun cuando reconozca que exista «en todos los lugares del mundo».

En sus relatos evidencia las contradicciones de una sociedad que se suponía a salvo de la crítica y sin embargo se crispa ante la risa. Los viajes de Nicanor afirman su humor inteligente y cuestionador. La clessidra di Nicanor (1997, Premio Italo Calvino 1998), Obstáculo (1997), Tres (2002) y Todo por un dólar (2006), dan cauces a su fértil creatividad iconoclasta, que deja huellas en libros para adultos y para niños (El elefantico verde, 1993), en obras teatrales, espectáculos, peñas y tertulias de que resulta ameno anfitrión y en filmes producidos por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficas (ICAIC) o de forma independiente (Sex Machine Productions). Empeñado en demostrar que la realidad cubana tiene diversos matices y que el humor ayuda a entender nuestra historia, presente y futuro, Eduardo del Llano aporta su ingenio y su talento a la cultura de la Isla, donde reírse ha sido desde siempre útil para mejor pensar.

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