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Lunes, 25 de mayo de 2009
LITERATURA
Mariano Brull y la jitanjáfora
Por Luis Rafael
En su célebre libro La Experiencia Literaria (1942), relató Alfonso Reyes que un grupo de escritores —varios de ellos hispanos— que residían en París a inicios del siglo xx, durante el apogeo de la vanguardia, solía reunirse en la casa del poeta y diplomático Mariano Brull (Camagüey, 1891- La Habana, 1956), donde acostumbraban realizar juegos literarios. Allí fue testigo de un hallazgo, el de la «jitanjáfora», nuevo recurso expresivo nacido de la experimentación con el verso. Según Reyes, una de las hijas del cubano, preparada para leer un texto de su padre donde no importaban las palabras sino los sonidos, extremó en broma la recitación y se puso a «gorjear»: «Filiflama alabe cundre...». Era el colmo, la falta total de significado, el divertimento y la música puestos en primer sitio. Enseguida el teórico mexicano escogió una de las «palabras» más sonoras de la composición de Brull, que se titula «Leyenda», para dar nombre a «todo este género de poema o fórmula verbal».
Descendientes del disparate y de la música, las «jitanjáforas», sin embargo, navegaron con estrella y se impusieron en nuestra lírica. Entre los cubanos, además de Brull, Emilio Ballagas y Nicolás Guillén incorporaron la técnica a sus composiciones, para conseguir efectos rítmicos y hasta originales sentidos temáticos, acercándose a la llamada «jitanjáfora impura», que no se resiste a la interpretación y está construida sobre la base de aliteraciones.
Durante su estancia en París, Mariano Brull publicó un poemario traducido a la lengua gala, y tres en ediciones bilingües español-francés. Escribió además buena parte de su obra, contenida en: Poemas en menguante (1928), Canto redondo (1934) y Solo de rosa (1941). También traductor al castellano de Paul Valéry, Joyce Kilmer, Dante Gabriel Rossetti, Mallarmé, ganó reputación como uno de los protagonistas de la revolución formal de entonces. Igualmente, debido al juego lingüístico que proponen, sus textos abren sendas para la lírica contemporánea, sobre todo a la literatura infantil y a escritores como Lorca y Alberti, dados al retozo rítmico. En varios poetas hallamos resonancias suyas, por ejemplo, de «Verde Halago», donde versa: «Por el verde, verde / verdería de verde mar / Rr con Rr. […]// Verdor y verdín / verdumbre y verdura / verde, doble verde / de col y lechuga. [...]// Vengo del Mundodolido / y en Verdehalago me estoy».
El interesante acierto literario parte de la búsqueda de una expresión lírica sin referentes en la realidad, sin condicionamientos semánticos y capaz de trascender su contexto y al propio creador. Cierto que la «jitanjáfora», en algunos casos, se desvía hacia el sinsentido y al esperpento lírico; en cambio, composiciones incluidas en sus Poemas en menguante logran un discurso ajeno a la realidad, de original expresión, que derivaría hacia la llamada «poesía pura», de la cual Mariano Brull resultó uno de los más importantes exponentes.
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lunes, 25 de mayo de 2009
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1 comentario:
Muy interesante tu texto, Luis.
Me encantan las jitanjáforas, algunas inventé.
Podrías agregar la opción para seguir tu blog.
Saludos desde Argentina.
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