Historia y tiempo en la cuentística de Alejo Carpentier[1]
Alejo Carpentier es ya un clásico de la literatura en lengua castellana. De hecho ha sido uno de los autores latinoamericanos más editados durante el siglo XX y también de los más traducidos. Reconocido como precursor del boom de la literatura del Continente, su concepción de lo real-maravilloso americano, presente en su narrativa y ensayismo, así como la peculiar manera en que asume la novela histórica, hacen de Carpentier un autor imprescindible y original. La calidad de su novelística, donde mezcla la tesis y el ensayismo con la ficción, han ocupado mayormente a la crítica, descuidando otra zona no menos importante en su narrativa, sus relatos o cuentos, donde desarrollo osados experimentos con la técnica narrativa.
No fue, Alejo Carpentier un escritor de cuentos, sin embargo, sus acercamientos al género son de tanto valor como sus conocidas novelas. “Viaje a la semilla”, “El camino de Santiago”, “Semejante a la noche”, “El acoso”, destacan entres sus cuentos, por los valores literarios que poseen y por el procedimiento escritural que emplea en ellos. Mas adelante haré referencia a cada uno de los textos citados y explicare por que puede considerárseles imprescindibles en la evolución del genero para la literatura hispanoamericana.
Quiero detenerme un instante para señalar algunos rasgos distintivos de la obra carpenterina, presentes de igual modo en sus novelas, ensayos y cuentos. Cualquiera que se adentre en medio del follaje tropical y profundo de un texto suyo, puede advertir el barroquismo que inunda la pagina no solo a nivel del lenguaje sino, además, de la sintaxis y las ideas expresadas. Pues bien, el barroco es uno de los tópicos esenciales en la literatura de Carpentier, y no por alarde de erudición sino por voluntad estilística. Y su estilo, ya se sabe, tiene mucho que ver con su interpretación de la historia de nuestro Continente. En su libro Tientos y diferencias, explicaba el escritor:
Nuestro arte siempre fue barroco: desde la espléndida escultura precolombina y el de los códices, hasta la mejor novelística actual de América, pasándose por las catedrales y monasterios coloniales de nuestro Continente. Hasta el amor físico se hace barroco en la encrespada obscenidad del guaco peruano. No temamos, pues, al barroquismo en el estilo, en la visión de los contextos, en la visión de la figura humana enlazada por las enredaderas del verbo y de lo ctonico, metida en el increíble concierto angélico de cierta capilla (blanco, oro, vegetación, revesados, contrapuntos inauditos, derrota de lo pitagórico), que puede verse en Puebla de México, o en un desconcertante, enigmático árbol de la vida, florecido de imágenes y de símbolos, en Oaxaca. No temamos al barroquismo, arte nuestro nacido de arboles, de lenos, de retablos y altares de tallas decadentes y retratos caligráficos y hasta neoclasicismos tardíos: barroquismo creado por la necesidad de nombrar cosas, aunque con ello nos alejemos de las técnicas en boga... El legitimo estilo del novelista latinoamericano actual es el barroco. (Tientos y diferencias, Montevideo, Ed. Arca, 1967, p.37.)
Como señala Carpentier, la realidad americana es barroca y solo con una expresión barroca es posible reflejarla en el arte. De ahí sus largas oraciones, abundantes en subordinadas y tendentes al hipérbaton; de ahí su léxico complicado, lleno de arcaísmos y regionalismos. El idioma castellano, uno de los más ricos del universo, se enfrenta al mayor desafío de su evolución con el descubrimiento de América. Las palabras nacidas de la realidad europea resultaron insuficientes para nominar las realidades del Nuevo Mundo. Así, ya en el diario de navegación de Cristóbal Colon, podemos apreciar una tendencia al barroco en la sintaxis y en la topología. Carpentier desea describir nuestra realidad americana y es por eso que recurre a regionalismos, inserta explicaciones y aclaraciones a los términos, yuxtapone ideas y echa mano a palabras en desuso que, como el mismo señala, son palabras españolas que se quedaron arraigadas en América y dejaron de usarse en Europa, al punto de ser recogidas mas tarde, por el Diccionario de la Real Academia Española, como regionalismo, aquellas que no son sino arcaísmos castizos.
La sensibilidad barroca ilumina los escritos de Carpentier y le permite aciertos idiomáticos y técnicos a los cuales no habría llegado sin el barroco. El empleo de vocablos rebuscados y la adjetivación exacta, junto a una mayor precisión en lo que describe, le permite realizar ambientaciones históricas o funcionales y la creación de un discurso armónico que mucho debe también a sus conocimientos musicales.
Su estilo, en cambio, no se hace pesado una vez que somos capaces de sumergirnos en el océano discursivo que avienta en su discurso, ya que edifica atmósferas reales incluso para los acontecimientos maravillosos de la extraordinaria realidad americana. La ironía, que maneja finamente, le aporta guiños cómplices que puede disfrutar el lector en cualquiera de sus escritos.
Asimismo, lo real-maravilloso, resulta un tópico distintivo en la obra del cubano Alejo Carpentier. En el prologo a su novela El reino de este mundo, donde lo definió como un concepto ligado a la realidad de América como el barroquismo. En este prologo, explicaba:
Lo real-maravilloso se encuentra a cada paso en las vidas de los hombres que inscribieron fechas en la historia del Continente y dejaron apellidos aun llevados: desde los buscadores de la Fuente de la Eterna Juventud, de la Aurea ciudad de Manoa, hasta ciertos rebeldes de primera hora o ciertos héroes modernos de nuestra guerras de independencia.[...] Siempre me ha parecido significativo el hecho de que, en 1780, unos cuerdos españoles, salidos de Angostura, se lanzaran todavía en busca de El Dorado, y que, en días de la Revolución Francesa ─!Vida la razón y el Ser Supremo!─, el compostelano Francisco Menéndez anduviera por tierras de Patagonia buscando la Ciudad Encantada de los Cesares. (El reino de este mundo, México, 1949, p. 28)
Lo real-maravilloso americano, a diferencia del realismo mágico con que muchas veces se confunde, es una dimensión real, aunque extraordinaria. Ya se ha detenido, la critica, suficientemente, para notar que el punto de partida de Carpentier en este concepto fue su vínculo en París con Bretón y el grupo surrealista. En cambio, para los surrealistas franceses lo maravilloso era aquello que necesitaba ser creado por el arte y que se ubicaba en una segunda realidad, superreal u onírica, mientras que para Carpentier, lo maravilloso americano es aquello que esta presente en nuestra realidad y resulta extraordinario según los cánones occidentales. Las mezclas étnicas, la transculturación, el sincretismo religioso, la convivencia de tiempos o edades diferentes de la evolución humana en un mismo espacio, son ejemplos de lo real-maravilloso americano que caracterizo y popularizo Carpentier, quien advertía:
América es el único continente donde coexisten edades diferentes, donde un hombre del siglo XX puede estrechar la mano a un hombre del cuaternario, que nada sabe de los periódicos y de las comunicaciones y lleva una vida medieval, o aun, de un hombre cuyas condiciones de vida están mas cerca del romanticismo de 1850 que de nuestra época. (Tientos y diferencias, p. 121)
Su preocupación por el porvenir de la humanidad lo llevan a interesarse en la historia y esta ultima al hallazgo de lo real maravilloso, concepto que puede rastrearse en el devenir americano y que supone una relación tiempo-espacial, ya que resulta una transgresión de la realidad desde la realidad misma, del tiempo en su propio decursar. En el prologo a El reino de este mundo, explica Carpentier:
...lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de “estado limite”. (El reino de este mundo, La Habana, Ed. Unión, 1964, p. XI.)
Esta naturaleza de lo extraordinario, hace exclamar al teórico y narrador cubano “¿Pero que es la historia de América toda sino una crónica de lo real-maravilloso?”
Nos hemos detenido a comentar el barroquismo y lo real-maravilloso americano por la implicación de ambos tópicos en la narrativa de Carpentier y en su concepción de la historia y el tiempo, que comentare a propósito de sus cuentos. Por demás, su obra resulta un muestrario de la maravilla –real- americana donde el barroco señorea, incluso antes de que el profundo conocimiento de América lo condujeran a tales teorizaciones.
Su novela Los pasos perdidos, una pieza magistral de la narrativa hispanoamericana, supone un viaje hacia el pasado, hacia lo telúrico y primitivo, que convive con lo moderno, en el contexto del continente americano y tiene su antecedente en el cuento “Viaje a la semilla”, viaje al pasado de una Habana gloriosa que terminaría en frustración de anhelos y decadencia espiritual y arquitectónica. Pero, si bien Los pasos perdidos despliega un viaje en la historia y un viaje interior, espiritual, “Viaje a la semilla” resulta un recorrido a la “desvida”, como diría Unamuno, ya que vemos a su protagonista, el Marques de Capellanías don Marcial, recorrer un itinerario fabuloso desde la tumba hasta el vientre materno, gracias a un despliegue técnico impecable.
“El universo le entraba por los poros. –Escribe Carpentier al final del relato-. Entonces cerro los ojos que solo divisaban gigantes nebulosos y penetro en un cuerpo caliente, húmedo, lleno de tinieblas.” La regresión no solo afecta a don Marcial, convertido en feto, sino a todo el ambiente que le rodea. Escribe Carpentier: “Las palmas doblaron las pencas, desapareciendo en la tierra como abanicos cerrados. Los tallos sorbían sus hojas y el suelo tiraba de todo lo que le perteneciera”. Asimismo, en la sección III del cuento, se lee: “Los cirios crecieron lentamente, perdiendo sudores. Cuando recobraron su tamaño, los apago la monja apartando la lumbre”.
Sin valerse de otro artificio literario que no sea su habilidad narrativa, logra Carpentier ilusionarnos con este viaje en retroceso tan recurrente en la literatura occidental desde la Biblia y los textos de Platon hasta las ensoñaciones de la maquina del tiempo. Su intensión, en cambio, no será deslumbra con el empleo de una técnica literaria novedosa sino exponer una tesis, como hace siempre, sobre la historia y la eticidad humana. Este marques don Marcial representa a una clase frustrada, la aristocracia cubana, y también americana, es un hombre viudo y sin hijos que perdió sus riquezas y debió vender la mansión familiar que va a ser demolida. El viaje a la semilla a que es sometido puede ser interpretado como un símbolo de la caída de la sociedad colonial. La semilla no solo representa una vuelta a los orígenes sino un renacimiento en el que la vida siga un derrotero distinto y puede que no vuelva a torcer su crecimiento.
Los cuentos pertenecientes al libro Guerra del tiempo, “El camino de Santiago”, “Semejante a la noche” y “El acoso”, suponen nuevos atisbos en su reiterado interés por explorar las relaciones de la existencia humana con el tiempo, sea este histórico o sicológico.
“El camino de Santiago” narra como Juan el Romero, en peregrinación a la catedral de Santiago de Compostela, se encuentra con un indiano que lo persuade a viajar hacia el Nuevo Mundo. Llegado a la “tierra prometida” y fabulosa del relato del indiano, Juan el Romero comprueba que había sido arrastrado por el Mito del Nuevo Mundo y, sintiendo nostalgia de su tierra, reniega de la naturaleza salvaje de América, de su clima y de su realidad de continente expoliado donde escasean ya el oro y las riquezas que le atribuye la fábula. De regreso en Europa, Juan se encuentra un día con un romero que va a Compostela y se repite el episodio que el mismo vivió. Pues ahora quien fuera Juan el Romero resulta ser Juan el Indiano, quien engaña con palabras seductoras al nuevo romero, quien repetirá su peregrinación a América y su historia de indiano fabulador. Carpentier esta señalando, con este relato en espiral, la falsedad de las campanas ilusorias en que es envuelta la humanidad. Al cabo, Juan el Romero y Juan el Indiano no son dos, sino uno solo, que representa al hombre enfrentado al mito como necesidad vital y continuidad del camino espiritual. En el ciclo de los Juanes podemos ver una tesis: El hombre, agobiado por su presente, necesita creer en el Mito y se deja arrastrar por el hasta que sufre la decepción. La realidad es idéntica en cualquier sitio, los problemas son los mismos, el ideal no existe, entonces, de vuelta en su desengaño, prefiere seguir alentando el mito, que solo en la dimensión de lo sonado, y de lo contado, puede mantener su fuerza liberadora y fantástica de forma inconmovible, y acaso convertirse en realidad al cabo de tanto sueno y anhelo repetidos.
En “Semejante a la noche” aparece una interpretación similar de la historia, desde la perspectiva del tiempo. La narración imbrica los episodios en que se involucran tres jóvenes prestos a emprender acciones heroicas. El primero es un griego que se haya a punto de partir hacia la guerra de Troya, al rescate de Helena; el segundo, un español listo a desembarcarse hacia el Nuevo Mundo; y el tercero un joven francés que embarcara hacia América. Las situaciones de los tres jóvenes marchan paralelamente y son descritas minuciosamente en ambientaciones históricas impecables que nos remiten a la realidad de cada uno de ellos, semejantes en sus actitudes, por ser todos algo ingenuos y vanidosos y estar convencidos de la importancia de la misión que la Historia les encomienda.
La ironía de Carpentier funciona como trasfondo de sus acciones porque tanto el como sus lectores conocen los finales desastrosos de las campanas heroicas en que, como tantos otros, arriesgaran sus vidas estos jóvenes.
El cuento presenta la técnica del relato circular, en cambio, su originalidad radica en la yuxtaposición de distintos planos temporales con una asombrosa unidad de tiempo, de acción y de personajes. No emplea, Carpentier, como harían los narradores contemporáneos, los recursos de la evocación o la fantasía, para trasladarse de un episodio a otro, separados por tres mil anos de tiempo cronológico. Sin embargo, el lector puede seguir el hilo de la historia sin perderse y advertir los saltos temporales.
“El acoso”, si bien es un texto algo extenso para los cánones contemporáneos del cuento, resulta la narración carpenterina de más compleja técnica. Como confeso el propio autor, este relato esta estructurado en forma de sonata: primera parte, exposición, tres temas, diecisiete variaciones y conclusión o coda. Sin dudas, se enmarca en el contexto de las luchas del pueblo cubano por su libertad y pretende describir el “acoso” moral, interior y exterior, sufrido por un hombre que se encuentra en el torbellino de los sucesos políticos que desembocan en la frustrada Revolución del ano 1930.
En una conferencia televisada donde Alejo Carpentier habla de su obra narrativa, contaba que un acontecimiento de su juventud estudiantil en la Universidad de La Habana había inspirado la escritura de “El acoso”. Un grupo de estudiantes, entre los que figuro el mismo, se hallaba representando una obra en la Plaza Cadenas de la Universidad cuando, actores y publico, sintieron un disparo y vieron a la policía llevarse el cadáver de un hombre al que venían persiguiendo. Carpentier recrea los momentos de agonía vividos por este hombre perseguido por sus enemigos y por su conciencia, haciendo uso del monologo interior, técnicas retrospectivas, de saltos temporales y de los planos narrativos. Sin embargo, el lector debe advertir los vaivenes en el tiempo sin que el autor señalice estas transiciones y mudas espaciales, lo cual hace del relato carpenterino una obra osada y original en su momento.
El tiempo, y la relación del hombre con la historia, resultan una sana obsesión para Carpentier, quien innova los recursos técnicos de la narrativa contemporánea, sobre todo en el tratamiento del tiempo narrativo. Escritores como Marcel Proust, James Joyce o Faulkner, por ejemplo, se mantienen usando los viejos recursos de la retrospección, el frach-back, la evocación onírica o el fluir desordenado de la conciencia en el monologo interior, mientras Alejo Carpentier da un salto sumamente revolucionario al no valerse de tales recursos, fundados todos en el recuerdo, clásico puente para mudas temporales en la novela realista.
En la literatura de Carpentier, el lector se encuentra por vez primera ante un tiempo y un espacio trastocados de súbito, que solo por el dominio narrativo del autor puede ser advertido o sugerido. Así, en “El Acoso” la narración comienza en un presente del cual se salta hacia el pasado que evoluciona hacia el presente; en “Semejante a la noche”, sin cambiar de acción ni escenario, el relato salta desde la época de la guerra de Troya hasta la contemporaneidad, para retornar a la antigüedad homérica; en “El camino de Santiago” la multiplicidad de los Juanes traza una espiral que parece proyectarse hacia el infinito; en “Viaje a la semilla” la narración es lineal, con la particularidad de que no transcurre sino que destranscurre, en una excursión al pasado que será el germen de la novela Los pasos perdidos. Al cabo, la historia de la humanidad, con sus reveses y repeticiones, con sus variaciones dialécticas, se refleja en el espejo cóncavo de la narrativa carpenterina y ensaya variaciones temporales que destacan ilusorias estos cuentos en que Alejo Carpentier desata su particular guerra contra el tiempo y donde alcanza su mejor victoria narrativa.
Luis Rafael
Noviembre de 2002
[1] Conferencia dictada el 5 de diciembre de 2002 en la Escuela de Lengua y Literaturas Hispánicas de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo de Morelia, Michoacán, México.
Alejo Carpentier es ya un clásico de la literatura en lengua castellana. De hecho ha sido uno de los autores latinoamericanos más editados durante el siglo XX y también de los más traducidos. Reconocido como precursor del boom de la literatura del Continente, su concepción de lo real-maravilloso americano, presente en su narrativa y ensayismo, así como la peculiar manera en que asume la novela histórica, hacen de Carpentier un autor imprescindible y original. La calidad de su novelística, donde mezcla la tesis y el ensayismo con la ficción, han ocupado mayormente a la crítica, descuidando otra zona no menos importante en su narrativa, sus relatos o cuentos, donde desarrollo osados experimentos con la técnica narrativa.
No fue, Alejo Carpentier un escritor de cuentos, sin embargo, sus acercamientos al género son de tanto valor como sus conocidas novelas. “Viaje a la semilla”, “El camino de Santiago”, “Semejante a la noche”, “El acoso”, destacan entres sus cuentos, por los valores literarios que poseen y por el procedimiento escritural que emplea en ellos. Mas adelante haré referencia a cada uno de los textos citados y explicare por que puede considerárseles imprescindibles en la evolución del genero para la literatura hispanoamericana.
Quiero detenerme un instante para señalar algunos rasgos distintivos de la obra carpenterina, presentes de igual modo en sus novelas, ensayos y cuentos. Cualquiera que se adentre en medio del follaje tropical y profundo de un texto suyo, puede advertir el barroquismo que inunda la pagina no solo a nivel del lenguaje sino, además, de la sintaxis y las ideas expresadas. Pues bien, el barroco es uno de los tópicos esenciales en la literatura de Carpentier, y no por alarde de erudición sino por voluntad estilística. Y su estilo, ya se sabe, tiene mucho que ver con su interpretación de la historia de nuestro Continente. En su libro Tientos y diferencias, explicaba el escritor:
Nuestro arte siempre fue barroco: desde la espléndida escultura precolombina y el de los códices, hasta la mejor novelística actual de América, pasándose por las catedrales y monasterios coloniales de nuestro Continente. Hasta el amor físico se hace barroco en la encrespada obscenidad del guaco peruano. No temamos, pues, al barroquismo en el estilo, en la visión de los contextos, en la visión de la figura humana enlazada por las enredaderas del verbo y de lo ctonico, metida en el increíble concierto angélico de cierta capilla (blanco, oro, vegetación, revesados, contrapuntos inauditos, derrota de lo pitagórico), que puede verse en Puebla de México, o en un desconcertante, enigmático árbol de la vida, florecido de imágenes y de símbolos, en Oaxaca. No temamos al barroquismo, arte nuestro nacido de arboles, de lenos, de retablos y altares de tallas decadentes y retratos caligráficos y hasta neoclasicismos tardíos: barroquismo creado por la necesidad de nombrar cosas, aunque con ello nos alejemos de las técnicas en boga... El legitimo estilo del novelista latinoamericano actual es el barroco. (Tientos y diferencias, Montevideo, Ed. Arca, 1967, p.37.)
Como señala Carpentier, la realidad americana es barroca y solo con una expresión barroca es posible reflejarla en el arte. De ahí sus largas oraciones, abundantes en subordinadas y tendentes al hipérbaton; de ahí su léxico complicado, lleno de arcaísmos y regionalismos. El idioma castellano, uno de los más ricos del universo, se enfrenta al mayor desafío de su evolución con el descubrimiento de América. Las palabras nacidas de la realidad europea resultaron insuficientes para nominar las realidades del Nuevo Mundo. Así, ya en el diario de navegación de Cristóbal Colon, podemos apreciar una tendencia al barroco en la sintaxis y en la topología. Carpentier desea describir nuestra realidad americana y es por eso que recurre a regionalismos, inserta explicaciones y aclaraciones a los términos, yuxtapone ideas y echa mano a palabras en desuso que, como el mismo señala, son palabras españolas que se quedaron arraigadas en América y dejaron de usarse en Europa, al punto de ser recogidas mas tarde, por el Diccionario de la Real Academia Española, como regionalismo, aquellas que no son sino arcaísmos castizos.
La sensibilidad barroca ilumina los escritos de Carpentier y le permite aciertos idiomáticos y técnicos a los cuales no habría llegado sin el barroco. El empleo de vocablos rebuscados y la adjetivación exacta, junto a una mayor precisión en lo que describe, le permite realizar ambientaciones históricas o funcionales y la creación de un discurso armónico que mucho debe también a sus conocimientos musicales.
Su estilo, en cambio, no se hace pesado una vez que somos capaces de sumergirnos en el océano discursivo que avienta en su discurso, ya que edifica atmósferas reales incluso para los acontecimientos maravillosos de la extraordinaria realidad americana. La ironía, que maneja finamente, le aporta guiños cómplices que puede disfrutar el lector en cualquiera de sus escritos.
Asimismo, lo real-maravilloso, resulta un tópico distintivo en la obra del cubano Alejo Carpentier. En el prologo a su novela El reino de este mundo, donde lo definió como un concepto ligado a la realidad de América como el barroquismo. En este prologo, explicaba:
Lo real-maravilloso se encuentra a cada paso en las vidas de los hombres que inscribieron fechas en la historia del Continente y dejaron apellidos aun llevados: desde los buscadores de la Fuente de la Eterna Juventud, de la Aurea ciudad de Manoa, hasta ciertos rebeldes de primera hora o ciertos héroes modernos de nuestra guerras de independencia.[...] Siempre me ha parecido significativo el hecho de que, en 1780, unos cuerdos españoles, salidos de Angostura, se lanzaran todavía en busca de El Dorado, y que, en días de la Revolución Francesa ─!Vida la razón y el Ser Supremo!─, el compostelano Francisco Menéndez anduviera por tierras de Patagonia buscando la Ciudad Encantada de los Cesares. (El reino de este mundo, México, 1949, p. 28)
Lo real-maravilloso americano, a diferencia del realismo mágico con que muchas veces se confunde, es una dimensión real, aunque extraordinaria. Ya se ha detenido, la critica, suficientemente, para notar que el punto de partida de Carpentier en este concepto fue su vínculo en París con Bretón y el grupo surrealista. En cambio, para los surrealistas franceses lo maravilloso era aquello que necesitaba ser creado por el arte y que se ubicaba en una segunda realidad, superreal u onírica, mientras que para Carpentier, lo maravilloso americano es aquello que esta presente en nuestra realidad y resulta extraordinario según los cánones occidentales. Las mezclas étnicas, la transculturación, el sincretismo religioso, la convivencia de tiempos o edades diferentes de la evolución humana en un mismo espacio, son ejemplos de lo real-maravilloso americano que caracterizo y popularizo Carpentier, quien advertía:
América es el único continente donde coexisten edades diferentes, donde un hombre del siglo XX puede estrechar la mano a un hombre del cuaternario, que nada sabe de los periódicos y de las comunicaciones y lleva una vida medieval, o aun, de un hombre cuyas condiciones de vida están mas cerca del romanticismo de 1850 que de nuestra época. (Tientos y diferencias, p. 121)
Su preocupación por el porvenir de la humanidad lo llevan a interesarse en la historia y esta ultima al hallazgo de lo real maravilloso, concepto que puede rastrearse en el devenir americano y que supone una relación tiempo-espacial, ya que resulta una transgresión de la realidad desde la realidad misma, del tiempo en su propio decursar. En el prologo a El reino de este mundo, explica Carpentier:
...lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de “estado limite”. (El reino de este mundo, La Habana, Ed. Unión, 1964, p. XI.)
Esta naturaleza de lo extraordinario, hace exclamar al teórico y narrador cubano “¿Pero que es la historia de América toda sino una crónica de lo real-maravilloso?”
Nos hemos detenido a comentar el barroquismo y lo real-maravilloso americano por la implicación de ambos tópicos en la narrativa de Carpentier y en su concepción de la historia y el tiempo, que comentare a propósito de sus cuentos. Por demás, su obra resulta un muestrario de la maravilla –real- americana donde el barroco señorea, incluso antes de que el profundo conocimiento de América lo condujeran a tales teorizaciones.
Su novela Los pasos perdidos, una pieza magistral de la narrativa hispanoamericana, supone un viaje hacia el pasado, hacia lo telúrico y primitivo, que convive con lo moderno, en el contexto del continente americano y tiene su antecedente en el cuento “Viaje a la semilla”, viaje al pasado de una Habana gloriosa que terminaría en frustración de anhelos y decadencia espiritual y arquitectónica. Pero, si bien Los pasos perdidos despliega un viaje en la historia y un viaje interior, espiritual, “Viaje a la semilla” resulta un recorrido a la “desvida”, como diría Unamuno, ya que vemos a su protagonista, el Marques de Capellanías don Marcial, recorrer un itinerario fabuloso desde la tumba hasta el vientre materno, gracias a un despliegue técnico impecable.
“El universo le entraba por los poros. –Escribe Carpentier al final del relato-. Entonces cerro los ojos que solo divisaban gigantes nebulosos y penetro en un cuerpo caliente, húmedo, lleno de tinieblas.” La regresión no solo afecta a don Marcial, convertido en feto, sino a todo el ambiente que le rodea. Escribe Carpentier: “Las palmas doblaron las pencas, desapareciendo en la tierra como abanicos cerrados. Los tallos sorbían sus hojas y el suelo tiraba de todo lo que le perteneciera”. Asimismo, en la sección III del cuento, se lee: “Los cirios crecieron lentamente, perdiendo sudores. Cuando recobraron su tamaño, los apago la monja apartando la lumbre”.
Sin valerse de otro artificio literario que no sea su habilidad narrativa, logra Carpentier ilusionarnos con este viaje en retroceso tan recurrente en la literatura occidental desde la Biblia y los textos de Platon hasta las ensoñaciones de la maquina del tiempo. Su intensión, en cambio, no será deslumbra con el empleo de una técnica literaria novedosa sino exponer una tesis, como hace siempre, sobre la historia y la eticidad humana. Este marques don Marcial representa a una clase frustrada, la aristocracia cubana, y también americana, es un hombre viudo y sin hijos que perdió sus riquezas y debió vender la mansión familiar que va a ser demolida. El viaje a la semilla a que es sometido puede ser interpretado como un símbolo de la caída de la sociedad colonial. La semilla no solo representa una vuelta a los orígenes sino un renacimiento en el que la vida siga un derrotero distinto y puede que no vuelva a torcer su crecimiento.
Los cuentos pertenecientes al libro Guerra del tiempo, “El camino de Santiago”, “Semejante a la noche” y “El acoso”, suponen nuevos atisbos en su reiterado interés por explorar las relaciones de la existencia humana con el tiempo, sea este histórico o sicológico.
“El camino de Santiago” narra como Juan el Romero, en peregrinación a la catedral de Santiago de Compostela, se encuentra con un indiano que lo persuade a viajar hacia el Nuevo Mundo. Llegado a la “tierra prometida” y fabulosa del relato del indiano, Juan el Romero comprueba que había sido arrastrado por el Mito del Nuevo Mundo y, sintiendo nostalgia de su tierra, reniega de la naturaleza salvaje de América, de su clima y de su realidad de continente expoliado donde escasean ya el oro y las riquezas que le atribuye la fábula. De regreso en Europa, Juan se encuentra un día con un romero que va a Compostela y se repite el episodio que el mismo vivió. Pues ahora quien fuera Juan el Romero resulta ser Juan el Indiano, quien engaña con palabras seductoras al nuevo romero, quien repetirá su peregrinación a América y su historia de indiano fabulador. Carpentier esta señalando, con este relato en espiral, la falsedad de las campanas ilusorias en que es envuelta la humanidad. Al cabo, Juan el Romero y Juan el Indiano no son dos, sino uno solo, que representa al hombre enfrentado al mito como necesidad vital y continuidad del camino espiritual. En el ciclo de los Juanes podemos ver una tesis: El hombre, agobiado por su presente, necesita creer en el Mito y se deja arrastrar por el hasta que sufre la decepción. La realidad es idéntica en cualquier sitio, los problemas son los mismos, el ideal no existe, entonces, de vuelta en su desengaño, prefiere seguir alentando el mito, que solo en la dimensión de lo sonado, y de lo contado, puede mantener su fuerza liberadora y fantástica de forma inconmovible, y acaso convertirse en realidad al cabo de tanto sueno y anhelo repetidos.
En “Semejante a la noche” aparece una interpretación similar de la historia, desde la perspectiva del tiempo. La narración imbrica los episodios en que se involucran tres jóvenes prestos a emprender acciones heroicas. El primero es un griego que se haya a punto de partir hacia la guerra de Troya, al rescate de Helena; el segundo, un español listo a desembarcarse hacia el Nuevo Mundo; y el tercero un joven francés que embarcara hacia América. Las situaciones de los tres jóvenes marchan paralelamente y son descritas minuciosamente en ambientaciones históricas impecables que nos remiten a la realidad de cada uno de ellos, semejantes en sus actitudes, por ser todos algo ingenuos y vanidosos y estar convencidos de la importancia de la misión que la Historia les encomienda.
La ironía de Carpentier funciona como trasfondo de sus acciones porque tanto el como sus lectores conocen los finales desastrosos de las campanas heroicas en que, como tantos otros, arriesgaran sus vidas estos jóvenes.
El cuento presenta la técnica del relato circular, en cambio, su originalidad radica en la yuxtaposición de distintos planos temporales con una asombrosa unidad de tiempo, de acción y de personajes. No emplea, Carpentier, como harían los narradores contemporáneos, los recursos de la evocación o la fantasía, para trasladarse de un episodio a otro, separados por tres mil anos de tiempo cronológico. Sin embargo, el lector puede seguir el hilo de la historia sin perderse y advertir los saltos temporales.
“El acoso”, si bien es un texto algo extenso para los cánones contemporáneos del cuento, resulta la narración carpenterina de más compleja técnica. Como confeso el propio autor, este relato esta estructurado en forma de sonata: primera parte, exposición, tres temas, diecisiete variaciones y conclusión o coda. Sin dudas, se enmarca en el contexto de las luchas del pueblo cubano por su libertad y pretende describir el “acoso” moral, interior y exterior, sufrido por un hombre que se encuentra en el torbellino de los sucesos políticos que desembocan en la frustrada Revolución del ano 1930.
En una conferencia televisada donde Alejo Carpentier habla de su obra narrativa, contaba que un acontecimiento de su juventud estudiantil en la Universidad de La Habana había inspirado la escritura de “El acoso”. Un grupo de estudiantes, entre los que figuro el mismo, se hallaba representando una obra en la Plaza Cadenas de la Universidad cuando, actores y publico, sintieron un disparo y vieron a la policía llevarse el cadáver de un hombre al que venían persiguiendo. Carpentier recrea los momentos de agonía vividos por este hombre perseguido por sus enemigos y por su conciencia, haciendo uso del monologo interior, técnicas retrospectivas, de saltos temporales y de los planos narrativos. Sin embargo, el lector debe advertir los vaivenes en el tiempo sin que el autor señalice estas transiciones y mudas espaciales, lo cual hace del relato carpenterino una obra osada y original en su momento.
El tiempo, y la relación del hombre con la historia, resultan una sana obsesión para Carpentier, quien innova los recursos técnicos de la narrativa contemporánea, sobre todo en el tratamiento del tiempo narrativo. Escritores como Marcel Proust, James Joyce o Faulkner, por ejemplo, se mantienen usando los viejos recursos de la retrospección, el frach-back, la evocación onírica o el fluir desordenado de la conciencia en el monologo interior, mientras Alejo Carpentier da un salto sumamente revolucionario al no valerse de tales recursos, fundados todos en el recuerdo, clásico puente para mudas temporales en la novela realista.
En la literatura de Carpentier, el lector se encuentra por vez primera ante un tiempo y un espacio trastocados de súbito, que solo por el dominio narrativo del autor puede ser advertido o sugerido. Así, en “El Acoso” la narración comienza en un presente del cual se salta hacia el pasado que evoluciona hacia el presente; en “Semejante a la noche”, sin cambiar de acción ni escenario, el relato salta desde la época de la guerra de Troya hasta la contemporaneidad, para retornar a la antigüedad homérica; en “El camino de Santiago” la multiplicidad de los Juanes traza una espiral que parece proyectarse hacia el infinito; en “Viaje a la semilla” la narración es lineal, con la particularidad de que no transcurre sino que destranscurre, en una excursión al pasado que será el germen de la novela Los pasos perdidos. Al cabo, la historia de la humanidad, con sus reveses y repeticiones, con sus variaciones dialécticas, se refleja en el espejo cóncavo de la narrativa carpenterina y ensaya variaciones temporales que destacan ilusorias estos cuentos en que Alejo Carpentier desata su particular guerra contra el tiempo y donde alcanza su mejor victoria narrativa.
Luis Rafael
Noviembre de 2002
[1] Conferencia dictada el 5 de diciembre de 2002 en la Escuela de Lengua y Literaturas Hispánicas de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo de Morelia, Michoacán, México.
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